Productor, remezclador, músico, DJ, periodista, aficionado al baile… Daniel Wang es uno de los personajes esenciales de la música disco moderna.
Una persona viajada, un tío de mundo, un hombre que procede de una familia estadounidense de origen chino que se crió entre California y Taiwán, que vivió 10 años en Nueva York y que hoy reside en Berlín. Un tipo que en 1993 le dio por fundar su propia discográfica Balihu Records y que se ha colado con el tiempo en sellos tan tochos como Peacefrog, Clone Records, Environ, Playhouse, Ghostly International, Eskimo Recordings y Rush Hour.
Dicen de él que es un gran defensor de la verdadera esencia discotequera: la música, el baile y, por qué no, el sentido del humor. Ellos son sus fieles aliados en este devenir llamado existencia.
Su música tiene algo diferente, es como una firma. Tiene ese distintivo personal tan difícil de conseguir. Tal vez sea su aspecto minimalista, o el uso de elementos hipnóticos, o esa mezcla back-to-basic que lo caracteriza. Lo que está claro es que sus melodías causan en uno la misma sensación que causan las canciones de nana en un niño: cierta tranquilidad, cierta ternura, cierto acurrucamiento.
Con motivo de su participación en Lunática, hemos aprovechado la oportunidad para lanzarle unas preguntas y conocer algo más sobre su historia.
Hola, Daniel, ¿cómo estás?
¡Hola, estoy muy bien hoy!
Resides en Berlín, ¿te encuentras allí ahora?
Sí, pero ahora estoy en Londres… ayer pinché tres horas aquí, en mi fiesta favorita Horse Meat Disco. Es muy gay pero también abierta al público en general. Irónicanemte, dos de los DJs residentes de HMD pincharon ayer en Berlín en el gran club techno Berghain. En Berlín mi apartamento está situado a tan solo 3 minutos a pie del club. Claro, la atmósfera liberal y la escena conectada a Berghain fueron unas de las principales cosas que me atrajeron de Berlín en 2001-2003. Llevo viviendo ya 13 años allí. Hoy no voy con demasiada frecuencia a Berghain porque el sonido no es bueno. Sin embargo, hay muchas fiestas de calidad en otros clubes de la ciudad. Independientemente, Berlín sigue siendo muy divertido, todavía hay oportunidades para iteraccionar con gente a quien le interesa la música, el arte o la política. Al final siempre acabas aprendiendo cosas nuevas.
Es curioso, mucha gente habla maravillas sobre el sonido en Berghain pero tú opinas lo contrario, ¿y eso?
Es un tema un tanto controvertido, pero el sonido es malo. Hay demasiado turista y demasiada gente narcotizada, cualquiera puede quedar impresionado por el volumen en semejantes condiciones. Lo cierto es que las paredes del Panorama Bar y del Berghain no tienen tratamiento acústico alguno. La cabina en el Panorama es una pared de tejas blancas puestas ahí para mantener la estética industrial. Hay una especie de consenso entre los DJs serios y el público en general sabe poco de sonido, lo que ha fomentado el mito. En términos acústicos es una pesadilla. Algo así como un restaurante chino en un pueblo pequeño donde todo está frito, aceitoso y con demasiada salsa de soja. Los inconscientes que nunca han probado la verdadera comida china dirán que todo está delicioso. Por fortuna hay otras muchas fiestas en Berlín.
Retomando el tema, además de Berlín, has vivido en Taiwán, San Francisco y Nueva York. ¿Cuál es la principal perspectiva que te ha aportado vivir allí?
Taiwan es interesante porque es como un experimento de democracia en una sociedad china y moderna (China en sí misma es aún un país autoritario). San Francisco y Nueva York son espejos del "sueño americano" verdaderamente multicultural. Mi familia, que emigró allá en los años 1960-70s, es también una parte de ese sueño. Ellos huyeron de China escapando de la guerra. Pero ese sueño también tiene un lado muy oscuro. Para mucha gente es una pesadilla que tiene que ver principalmente con el dinero y con el racismo. La extrema desigualdad, la riqueza y la pobreza, son cosas que lo definen bien. Escritores y productores son en realidad las personas que más me han enseñado cuando vivía en NY.
Seguro que con tanto viaje tendrás multitud de vivencias tanto personales como profesionales. En tus inicios trabajaste en Dr. Sound Music Store de Nueva York, ¿qué recuerdas de aquella experiencia?
Los cinco años que pasé trabajando en Dr. Sound fueron, sin duda, la experiencia más profunda en NY. Casi todas las semanas venían clientes increíbles. Agunos no son conocidos pero fueron mis héroes. Por ejemplo, Randy Muller, quien produjo discos de Brass Construction, o Tamiko Jones, o la cantante Tonni Smith, la voz del exitazo "Funkin' For Jamaica". Además, reparábamos teclados para Yoko Ono, Ryuichi Sakamoto, Joe Zawinul (del grupo jazz Weather Report… él tocaba con Miles Davis!). Podíamos charlar como si fueramos viejos amigos con Brian Eno, Grandmaster Flash, Bob Moog (el inventor del MiniMoog!)… Con quién nunca pudimos hablar fue con David Bowie. Bowie se pasó una tarde entera grabando un vídeo frente a la tienda, ¡pero él era un tipo muy serio y silencioso! Cada día tocábamos muchos de los grandes sintesizadores de todos los tiempos: Farfisa y Fender Rhodes, vocoders antiguos de Roland y los Nord Lead más nuevos que venían de Suecia. A veces echo de menos esta etapa de mi vida.
En ese momento estabas comenzando a montar tu propio sello, ¿cómo fue para Balihu Records en 1993 y cómo ha evolucionado la situación desde entonces?
Siempre lo digo: Balihu no fue un sello comercial o una compañía típica de discos con oficina, secretaria, sistema de distribución y artistas… La verdad es que solo era un sampler, un sinte barato, mi tarjeta de crédito VISA y algunas ideas muy naif (no sabía nada sobre producción, mastering, etc.). Tenía algo que comunicar y deseaba hacer música para toda esa gente que conocía realmente la diferencia entre "música verdadera" y "house estúpido y comercial". Hahaha. Muy punk rock, vamos. Como alguien que conoce tres acordes de guitarra y trata de tocar Bossa nova. Pero tuve suerte. Un gran tipo con descendencia latina amigo de DJs como Tony Humphreys, un señor Zayas, oyó el disco y me ayudó a venderlo en Nueva York. Era un poco "mafias" pero tenía buen oído y un instinto increíble para "olfatear" la calle.
¿Te acercas algo a las tiendas a "olfatear" discos o cómo nutres tu colección?
Voy de vez en cuando a escuchar novedades. Sí que hay discos buenos aunque con mayor frecuencia descubro cosas en YouTube o en las sesiones de mis amigos, por ejemplo, que luego ya busco en Discogs. Mi colección casi está a punto de saturar. No merece la pena filtrar 200 discos nuevos para encontrar un track que quizá tenga el 10% de la musicalidad de un viejo disco de 1982. No soy cínico, pero es así.
Hablemos de música. En "Das Ist Kein Techno!" preguntas al DJ irónicamente si sabe qué música es la que está sonando. ¿Cómo definiría el propio Daniel su sonido?
¡Buena pregunta! ¡Eso es algo que todavía me pregunto yo! Creo que la tensión e ironía están siempre presentes. Me encanta la música acústica pero mi favorita tiene a la vez un elemento, digamos, artificial. Ritmos mecánicos y sonidos electrónicos mezclados con algún elemento orgánico interpretado con las propias manos. Si solo quiero escuchar clásica puedo ir a la Philharmonic de Berlín. La música de baile y la música pop tienen esa dimensión extra artificial que produce ese sentimiento de ir "mas allá" en la pista de baile.
En el año 2002, y con tu llegada a Berlín, publicas un fantástico "Die Zeit Ist Ein Fluss", rompiendo sutilmente con la tónica. La toma de eléctrica le proporciona un temperamento muy krautrockero. ¿De qué forma Europa y Berlín han influído en tu música?
Lo digo mucho; aquí he aprendido a escribir y producir música de una manera mucho más estructurada. Encontré un apartamento muy barato e hice toda la renovación yo mismo. Los alemanes son conocidos por sus casas y edificios con esas líneas lógicas, limpias y reducidas a lo esencial. Como ejemplo, el movimiento Bauhaus. En 1997, todavía estaba pensando en loops y repeticiones. Hoy en día pienso que es más como construir una casa. Lo lógico es alemán pero creo que en mí todavía reside un poco de alma francés. Me encantan sobre todo las obras de Debussy y de Ravel; la fantasía y lo romántico; la luna, y el mar, y todas esas imágenes. Creo que se aprecia mucho en mis sesiones, siempre hay violines… haha!
A lo largo de tu carrera has trabajado con distintos artistas. Una colaboración que recordamos con cariño es el proyecto "Light Fantastic" junto a Nigel Hayes. ¿Qué nos puedes contar de esa historia?
En realidad no fue Nigel Hayes quien grabó conmigo en ese proyecto, fue Colleen Hayes. Ahora Colleen se casó con un tipo inglés y vive en Londres. Es más conocida como DJ Cosmo y pincha con frecuencia en las fiestas The Loft (originalmente de David Mancuso). Ella tocó los 3 acordes y yo hice el resto.
Hablemos del arte de pinchar discos. ¿Qué significa para ti?
Uhmmm, tengo unas cuantas cosas que decir sobre este tema porque está relaccionado directamente con mi vocación y porque con frecuencia oigo a DJs que pinchan fatal. La música representa un mundo idealizado de emociones y sensaciones, pero son abstractas. La experiencia de escuchar está separada totalmente de realidades políticas o económicas. Un DJ debe tener un conocimiento más variado sobre aspectos generales de la MÚSICA. Debe entender las estructuras de los acordes, de las canciones y el funcionamiento de los diferentes tipos de ritmo, es decir, lo esencial de la música europea y afro-latina. También hay que conocer los BPMs de cada disco. Un DJ que no conoce las diferencias entre 105 vs 116 vs 128 es como un cocinero que no conoce la diferencia entre el arroz, el pan y las patatas. Es así. Además, tiene que oír, sentir e interpretar la emoción -la alegría contrapuesta al dolor o una canción muy física en contraposición a una canción más mental-. Es como "sal vs azúcar", y mucho más. Pero ante todo no hay que ser egoísta, hay que saber hablar a través de la música y dejar también que ella hable por sí sola. A muchos DJs les interesa más colgarse la medalla de héroes y ser un tipo de Dios al que todos adoran, pero eso enseguida se percibe. Un buen DJ deja a la gente BAILAR y la ayuda a entender el mensaje en vez de mirar tanto hacia sí mismo.
¿Hay algún orden en tu maleta de discos?
Sí, hay tres o cuatro categorías generales basadas puramente en los BPMs. Están los discos clásicos para "bailar", de 120 a 132 BPMs máximo, disco rápido y con cierta complejidad de la época 1977-1985 (Salsoul, Dennis Coffey, Philadelphia…). También hay una sección de house-techno-electrónica (1989-hoy), -porque casi no hay música producida después de 1987 con cambios de acordes-, así las emociones son limitadas pero tienen un aspecto más mecánico, más físico y con mayor poder de seducción, y son muy útiles para "mezclar". Ademas hay una sección para todos los discos de entre 100 y 118 BPMs. Son discos funky, groovy, soul, etc. Podría también pinchar solo esta música durante toda la noche pero la mayoría de la gente en Europa no entiende estos bailes ya que están más acostumbrados al ritmo Techno; es una lástima. Siempre trato de moverme entre estos BPMs, sí. Mi USB contiene música más específica y puedo ser mucho más concreto… dispongo de "EuroGay", "Brazil y Latino", "Italo 80s" y "Exitos Japoneses", por ejemplo.
Y qué piensas sobre la figura del discjockey, ¿existirá su profesión y su forma de vida para siempre?
Me sorprende también pero parece que sí exisistirá. Hay gente que toca la guitarra o produce éxitos pero bailar durante 2, 5 u 8 horas es una cosa completamente distinta. Los músicos son como los autores. Pero los buenos DJs son como las bibliotecas, los profesores de literatura o los actores que animan las palabras.
Dices que te gusta España. Caras tan populares aquí como la de la actriz Sara Montiel o el mismísimo Julio Iglesias flirtearon alguna vez con la música disco y el funk. Otras como la de Juan Carlos Calderón, Joan Bibiloni, Barrabás o Suso Sáiz, llevaron éstas y otras músicas a la vanguardia. ¿Pinchas música española en tus sesiones?
Hay ciertos aspectos de la cultura española que me apasionan. Los alemanes son lo racional y lo estructurado, así es tal vez como yo me veo. Pero la cultura española tiene los colores y la espontaneidad, y a veces la irracionalidad que te genera estar demasiado al sol. Tiene un aspecto pagano que tal vez fue una forma de resistencia intelectual e individualista contra el dogma de la iglesia católica. ¡SIN EMBARGO! Casi nunca pincho música española en mis sesiones. Hay razones muy evidentes: exite una diferencia cultural profunda. El ritmo 4/4, basis de toda música Disco, House, Techno, es un fenómeno norteamericano, una reducción de muchas tendencias de la música europea en una forma "cuadrada" y bastante rígida. Por otro lado, la música "de baile" afro-latina que se desarrollo en Cuba, en el Caribe y en América del Sur, tiene ritmos mucho más africanos aunque los arreglos son menos complejos. Es literalmente imposible hablar sobre este tema sin aludir a la historia del colonialismo de los 300 años pasados. Todo esto evoca preguntas tan interesantes como, ¿por qué el inglés se hizo de facto la primera lengua mundial y no el español?
Arte, música, celebridades… siempre aparecen. He visto que mencionas a Luis Buñuel en un comentario, ¿te interesan también el cine y la pintura?
Hablo de Luis Buñuel, claro, pero también del arte de (perdón, de los grandes nombres del sigo XX) Salvador Dalí, Joan Miró, etc. Sin embargo, no soy un gran fanático ni de Picasso ni de Gaudí… haha!! Antoni Gaudí es para mí puro kitsch y conservadurismo religioso, justo lo contrario a las claras líneas de los alemanes. Su gran catedral en Barcelona me parece más un pastel de boda mexicano que otra cosa…
David Mancuso decía en una entrevista que la situación social de los años 70 en NY "fue lo que favoreció que la gente se reuniera en el club… un lugar neutral donde podían acudir a disfrutar de sí mismos…". El clima actual de inseguridad, ¿influye de algún modo en los clubes que frecuentas?
En Berlín existe esta utopia. Es una especie de ilusión pero no sentimos demasiado los efectos del terrorismo y de los refugiados, sí en las noticias, pero no en la vida diaria.
Venga, una curiosidad para finalizar, ¿has logrado saber qué están haciendo las chicas blancas en la carátula de Muzique? ¿Y lo que canta Arthur Russell en 'Is It All…?'?
¡Sí, encontré muchas respuestas en 1993! Las chicas blancas están en la foto para vender más discos. Es el racismo del que hablaba antes. Patrick Adams y las mujeres que produjeron la música son negras, pero no se les representó como tal. La música disco no era una categoría musical considerada "seria" en la cultura angloamericana porque la mentalidad, en general puritana, hacía que odiasen hasta su propia fisonomía… y así no hay quien baile. Los chinos tradicionales son semejantes… ¡los chinos no bailan! En ese aspecto, la cultura de la masculinidad en América del Sur es muy diferente, los hombres son algo vanidosos pero no tienen miedo a mostrar su apariencia en la pista de baile. Sobre Arthur Rusell; en Nueva York, mi pareja era su mejor amigo. Dormía en la cama de Arthur, leía sus libros y también pude analizar las letras de sus canciones. Aprendí mucho en 1993, más de lo que podía imaginar. La vida es un extraño viaje, ¿no?
Sí que es extraño, sí. Daniel, muchas gracias por tu amabilidad, nos vemos pronto en Gijón…
Muchas gracias a ti, las preguntas fueron… muy rebuscadas! ahora siento curiosidad! :)
-
Entrevista publicada el 4 Agosto 2016 por Enrique GK para Promodiscopy.